A finales del siglo XIX hubo en Inglaterra un movimiento
para racionalizar la forma de vestir de las mujeres.
Florence Wallace Pomeroy (1843-1911) conocida como Lady Harberton, con la
finalidad de liberar a la mujer de los condicionamientos de los vestidos de su
época y fomentar el uso de prendas adaptadas a los tiempos modernos.
contra la introducción de cualquier moda en el vestir que deforme la figura,
impida los movimientos del cuerpo o de alguna manera tienda a perjudicar la
salud. Protesta contra el uso de corsés extremadamente ajustados; de zapatos de
tacón alto, faldas demasiado pesadas, que hacen casi imposible la práctica de
cualquier ejercicio, y de todos los mantos que sujetan las prendas de vestir u
otros que obstaculicen el movimiento de los brazos. Protesta contra miriñaques
y polisones de cualquier tipo, por deformantes y feos. Pide que todos se vistan
de forma sana, cómoda y bella, buscar lo que permita crear la comodidad y la
belleza de nuestra vestimenta como un deber para con nosotros mismos y para los
demás.”
faldas-pantalón, así como zapatos planos, muchos años antes de que se
extendiera su uso entre las señoras. Esto le valió fama de excéntrica.
su afición a montar en bicicleta, lo que naturalmente era difícil con los
estilos de ropa imperantes en la era victoriana. Un día de 1898 se presentó con
sus compañeros del Cyclists Touring Club vestida con una chaqueta de corte
masculino y unos pantalones bombachos. Trató de que la sirvieran en el
restaurante, pero la dueña se negó a atenderla. Lady Harberton la llevó a los
tribunales, pero perdió el juicio.
comprometían a vestir faldas cuya longitud quedase al menos a 5 cm. del suelo.
Afirmaba que “nadie es libre si no está en condiciones de usar libremente sus
extremidades”.
lucha no fue en vano y su influencia en el posterior devenir de la moda femenina
es indiscutible.