La salud de los colores

1912-georges-barbier-illustration-140-0407-de«Se ha dicho que ejercí una gran influencia sobre la época y que inspiré a toda mi generación. No me atrevo a pretender que esto sea cierto y me siento extremadamente modesto, sin embargo, si acudo a mis recuerdos, me veo forzado a reconocer que, cuando comencé a hacer lo que quería en la costura, no existían colores en la paleta de los tintoreros.

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El gusto por el refinamiento del siglo XVIII había conducido a las mujeres a la decadencia, y con el pretexto de la distinción se había suprimido toda vitalidad. Los matices «cuisse de nymphe», los lilas, los malvas desmayados, los hortensias azul suave, los nilos, los maíz, los paja, y todo lo que era suave, desteñido y soso estaba de moda.

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Le eché unos cuantos lobos a toda esta poesía pastoril: los rojos, los verdes, los violetas y el azul rey hicieron cantar a todo el resto. Fue necesario despertar a los fabricantes de Lyon, que tienen el estómago un poco pesado, y poner alguna alegría, algún frescor nuevo en sus coloridos. Hubo crepés de China naranja y limón, en los que ni se hubieran atrevido a pensar. En cambio, se dio de lado a los malvas mórbidos; la gama de los tonos pastel fue una nueva aurora. Arrastré al grupo de los coloristas abordando todos los colores por la cima y devolví la salud a los matices extenuados. Me veo obligado a atribuirme este mérito y a reconocer también que desde que he dejado de estimular a los colores, éstos han caido nuevamente en la neurastenia y la anemia.»

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Paul Poiret

Vistiendo la época